domingo, 16 de enero de 2011

EL CANTÁBRICO: RISAS Y LÁGRIMAS

                                                      A Louseira

Los alicientes que teníamos durante el verano eran: la playa y las fiestas campestres.
Por nuestra edad, aún adolescente, nos inclinábamos más por la playa, donde siempre lo pasábamos  muy bien; después de comer, con el bocadillo de la merienda en una bolsa, allí, además de encontrarnos con los del pueblo,también había otros jóvenes de nuestra edad que venían en autocar desde  poblaciones del interior, y pasábamos la tarde contando chistes, jugando al pañuelo, al pillo-pillo, a los disparates, saltando a la comba,(al bajar la marea va dejando mojada la arena y se salta muy bien),
y sobre todo,bañarnos y apostar por quién llegaba más mar adentro. Si el día era triste, nos juntábamos en casa de Luisa, que vivía  más en el centro y nos pillaba bien a todas, nos subíamos al desván, y nos poníamos la ropa de Consuelo y Regina, sus hermana mayores, y representábamos algun cuento, como si de una obra de teatro se tratara. La pena es que no teníamos público, pero nos lo pasábamos muy bien.
Durante la semana solo nos acercábamos al mediodía antes de comer para darnos un baño; al volver, mis padres ya estaban haciendo la siesta, nosotras comíamos y también subíamos hecharnos un rato, pero la mayor parte de las veces, lo que hacíamos era reirnos y armar juerga, para desespero de mi madre y por cuyo motivo, en más de una ocasión, nos ganamos algún cachete.
Un día amaneció lluvioso, y dábamos por hecho que de playa NADA, pero a media mañana salió un sol luminoso, y allá nos fuimos.
Después de jugar un rato, decidimos bañarnos; cuando volvimos a la orilla y nos vamos a tumbar, nos damos cuenta de que faltaba Maricarmen; instintivamente miramos hacia el mar, y vemos algo flotando allá a lo lejos. Corrimos hacia un peñasco donde estaba sentado D. Secundino, quien al vernos, vino hacia nosotros, pues se dió cuenta enseguida que "algo" pasaba. Ninguno podíamos hablar, y todos señalamos hacia el mar; sin preguntar, se lanzó hacia aquel punto, que cada vez se veía más lejos. La salvó de milagro.
Yo estaba muy afectada , porque era la mayor del grupo, y en parte, me sentía  un poco responsable. Luego me hicieron ver que el problema fue un corte de digestión, pues "la niña" se tomó un bacocata de tortilla francesa, y no esperó a digerirla.
Otro  día que teníamos poco rato para el baño, decidimos quedarnos en una cala, A Louseira ,que nos quedaba más cerca, pero a la que no solíamos ir, porque en vez de arena tiene xógaras (piedras)
pero como solo queríamos bañarnos...decidimos quedarnos.
Después de nadar un rato, yo quise hacer pié,y...¡si,si, lo hice! puse los dos encima de un montón de erizos.
Mis amigas se turnaban para llevarme a casa subida a sus espaldas, pues no podía apoyar los pies, toda la planta de los mismos estaba llena de púas de los erizos.
Ya en casa, mi madre me las fue sacando con las pizas de depilar,
pero muchas de ellas estaban muy incrustadas, y era imposible;  luego el mismo organismo las fue expulsando paulatinamente. Lo pasé francamente mal, no podía estar de pie, porque además del dolor, me mareaba.
¡Con lo que me gustaban los erizos!

3 comentarios:

  1. muchisimas gracias por hacer volver a esta asturiana a su juventud y a su tierrina natal amada gracias a tus bellisimos recuerdos de juventud que compartes con todos nosotros para nuestro deleite, un besin muy muy grande.

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  2. Pues menudo día que podía haber sido cuando a esa niña se le cortó la digestión. De todas formas menudo susto.

    Lo de tus erizos en los pies, debió de ser tremenod, que dolor!!!.

    Un abrazo

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  3. Debe ser un privilegio vivir cerca del mar,pero el susto que os dio tu amiga supongo que os alerto a todas un poco, menos mal que todo quedo en el susto.
    Un abrazo.
    Rosa.

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