David y Enrique lo tenían clarísimo: ¡ nos vamos a Cangas ! Y allá nos fuimos porque faena pendiente sí que teníamos. Nosotras con la ayuda de la prima Visi nos pusimos manos a la horticultura. Plantar no plantamos nada, pero podamos lo habido y por haber, a parte de matar todos los bichitos buenos y malos que se ponían al alcance del insecticida. Pero este duro trabajo no nos borraba la sonrisa del rostro, entre otras cosas porque el siguiente programa era de nuestro agrado.
Pero no solo nos "mojamos" nosotras, ellos pusieron el listón más alto: cambiar la cocina económica y cambiar la plancha de la misma por una vitrocerámica, además de poner nuevo moviliario. Esto últimi no tenía mucha dificultad, pero lo primero era más complicado.
Así quedo (solo que girado porque puse la foto al revés) el hueco de la cocina, para ellos una obra poco menos que faraónica porque "ideas" las tienen todas, pero "práctica" ninguna.
De todos modos el resultado final no pudo ser mejor, ni un profesional lo podría superar.
Otro rincón de la cocina, que al final nos quedó muy acogedora. Teníamos programado poner la mesa hacia un lado con un banco esquinero, pero lo más seguro es que se quede como está.