LA SEÑORA INES

El día diez de Octubre tenía concertada una entrevista con la persona que puso el anuncio en secretaría para cuidar de persona mayor.
Me recibió Mari, la hija de la señora Ines, persona culta y muy correcta, jubilada, pero el problema que tenía de espalda le impedía atender a su madre como ella quería. Por la mañana la misma señora que le venía a limpiar la  levantaba y sacaba de paseo,   pero  vivía lejos y no le compensaba volver por la tarde, por lo que necesitaba otra persona  para esa hora.
 Mi trabajo consistiría en acompañarla desde el comedor - donde ya habría cenado- al dormitorio; para ello tenía que colocar una especie de plataforma plana que eludiera las escaleras  para poder subir con la silla de ruedas; desnudarla, darle crema por todo el cuerpo, masajes en las piernas, ponerle el  pañal, el camisón y charlar un ratito. Una hora y media cada día, de las 19'30 a las 21 h,  y posiblemente una vez a la semana o cada diez días ir a las cinco para levantarla de la siesta, darle la merienda, salir a pasear y luego repetir lo de cada día.
No me desagradaba la oferta, y  con la paciente conecté a la primera, pero yo también quería dejar unos puntos claros porque esto no era un voluntariado si no un trabajo con el que tenía que cumplir. Quedó claro que con el horario  diario no teníamos problemas, con el de los posibles días de más horas  acordamos  en que se me diría con antelación, no respondiendo de acudir si se me avisaba con el tiempo justo y yo ya tuviera algún compromiso contraído. También comenté que por Semana Santa solíamos ir al pueblo, y en verano, o pasábamos Junio y Agosto, o  Julio -Agosto seguidos. Como eso del trabajo era cosa mía  -  porque David no estaba de acuerdo - no podía "castigarlo" con no hacer lo que sé que a él le gustaba hacer. Todo de acuerdo quedamos que empezaría el 15, día de Santa Teresa.