jueves, 18 de noviembre de 2010

VILASINDRE

Limitando con mi barrio, y justo en la falda de la montaña, está Vilasindre.
Ahí vivia una família de campesinos que tenían una hija  manca, y ello la condicionaba bastante para trabajar en el campo; por ese motivo, solo ayudaba en lo qu podía durante el verano, y en invierno, daba clases de pre-escolar,así, cuando a los seis años los niños empezaban la enseñanza obligatoria, ya tenían un poco de ida de lo que era la escuela.
Esta família, tenían un terreno de cultivo delante de casa, y cuando venían a sembrar o a recojer la cosecha, yo me pasaba el rato con ellos.
Una de esas veces, Aurelia(la manca) le comentaba a mamá que yo era muy expresiva, y con mucha curiosidad por aprender; mi madre aprovechó la casión para comentarle que le gustaría mandarme a su escuela antes de que naciera mi hermana, pero que temía de que me cansara de caminar,(yendo por un atajo, que era un sendero, hay unos 800
metros, y por la carretera, algo más de un kilómetro, y yo solo tenía tres años y medio). Al final quedaron que empezaria en Septiembre y yo marcaría la pauta.
Recuerdo que la ida la hacíamos por el atajo llamado "a carreira" y a mi me recordaba el cuento de caperucita roja porque el trayecto era todo por la montaña, y solo íbamos Paca, Cita, Pepita y yo, que era la benjamina.  
La casa que sobresale fue mi primera escuela y allí muy cerca donde solíamos jugar,había un viejo castaño. Bastantes años despues  me acerqué por allí, pero el viejo castaño ya no estaba; en su lugar, más o menos, crecía este hermos ejemplar. No se si será hijo o nieto, pero es de la misma familia.Contemplándolo, me salió este pequeño poema.
                                       
   Cativiña aínda era
cando comencei a ir a escola
da señora Aurelia.
Iba con Paca, Pepita,
e Cita de Andrés.
Subíamos po la carreira,
e a hora de volver
baixábamos po la veiga.
Aínda m'a cordo
d'aquel catiñeiro vello,
rugoso,
e medio seco
con un furado no medio.
Os que eran mais grandiños
po lo furado subían,
e cando chegaban enrriba
sentábanse nas ramiñas.
Eu, como era cativa
quedaba embaixo, soliña.

La vuelta la hacíamos por la veiga, y entonces sí que nos encontrábamos con los labradores que hacían o venian de hacer sus faenas en el campo.
Creo que mi placer por caminar ya viene de esa etapa.
                                                                  






                                                              

1 comentario:

  1. Hola Loli,
    Tu poesía dice mucho de los recuerdos de esa infancia, que nunca quisiéramos olvidar.
    Un abrazo.
    Rosa.

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