miércoles, 29 de diciembre de 2010

PERLA

                                                Mi prima Chelita

La tía Rosalía, madre de mi prima Chelita, donde yo seguía pernoctando casi cada vez que las visitábamos, viendo como me gustaban sus ovejas y el cariño con que las trataba, prometió regalarme una para que la cuidara yo , porque sería "mia".
Y llegó el día en que me fui a casa llevando a mi Perla con una cuerda enganchada de su collar.
Era blanca, sedosa, muy jovencita, y me seguía a todas partes; yo la quería mucho, pero seguro que a la tía la defraudé, por lo menos en dos ocasiones:
1ª Cuando le seccioné la punta del rabo con una puerta.
Yo tenía prisa, y la oveja no quería entrar a la cuadra. Después de un tira y afloja, medio entró, yo quise cerrar la puerta para que no se lo pensara más, y Perla entró, en la cuadra, pero un trocito del rabo quedó a mis pies
¡me di un hartón a llorar...y la oveja, tan tranquila.
La 2ª vez fue cuando se me plvido en el campo, al lado de casa.
De noche se desencadenó una tormenta de lluvia y truenos, entonces recordé que estaba en el campo,(con lo miedosa que era).
Mamá, mi hermana y yo, nos pusimos los chubasqueros y salimos llamándola,¡Perliña, Perliña! y el animal estaba empapada, tiritando de frío y de miedo.
En ambas ocasiones me dió mucho sentimiento, sin embargo, no consigo recordar nada más de la ovejita.
Por la tía Rosalía yo tenía un cariño especial, y por mi prima...no digamos, era sumamente cuidadosa, pero sin embargo me dejaba jugar con una muñeca que tenía de porcelana, y ponerme todas sus pulseras y anillos, que me encantaba. Estas cosas no se olvidan, por mucho tiempo que pase.

3 comentarios:

  1. que recuerdos impregnan nuestra alma, muchisimas gracias por compartir los tuyos con todos nosotros, recibe un besin de esta asturiana muy grande.

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  2. Cuantas travesuras hacíamos de pequeñas,pero se hacían sin maldad,no teníamos nada con que jugar y algo había que hacer.
    Un abrazo.
    Rosa.

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  3. Qué bien que pudieras tener una ovejita! Me encantan las ovejas, jaja, pero nunca tuve una.
    Seguiré leyendo.
    Un abrazo
    Conchi

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