domingo, 27 de febrero de 2011

CÓCTEL DE RECUERDOS.

Este es mi último verano en Cangas como habitante censado, pero antes, quiero hacer un breve repaso de los últimos dos años.
Tenía 16 años cuando los padres de Genma vinieron a vivir a su casa nueva, que era vecina de la mía; nos conocíamos de la escuela, -ella es año y medio mayor que yo- pero vivíamos en barrios distintos.
Genma era (y es) una chica muy alegre, dinámica y trabajadora, su madre era una persona enfermiza, por lo que solo hacía la comida, y Genma trabajaba en el campo con su padre, y hacía el resto de la faena de casa.
El primer año que nos acompañó a la hoguera de S. Juan en nuestro barrio, cuando volvimos de la misma eran las 12 de la noche, y nos pusimos a peinar debajo de nuestro nogal, porque yo(ratón de biblioteca) había leído no se en donde, que ello fortalecía el pelo.¡ Que risa!. En nuestra cabellera no se efectuó ningún cambio, pero la juerga que montamos...

En otra ocasión nos dio por hacer rosquillas en mi casa por la noche, cuando mis padres se acostaron; con las rosquillas a medio hacer, nos quedamos sin aceite y vamos a buscarlo a su casa, cruzando el terreno que la separaba de la mía, y al salir, nos damos de morros con dos chicos que venían con sus tractores de trabajar en Abelairas, y nosotras corriendo como locas por el terreno para que no nos reconociéran, porque era muy tarde. ¡que locas, Dios mio!.

En otra ocasión nos dio por hacer de  un saco de arpillera una alfombra cada una a punto de cruz, que por cierto nos quedaron muy bien.

Ese verano del 64 yo compré unas sandalias marrones de tiras con una margarita en el centro y se dio la casalidad que mi amiga Canduche compro otras igual, pero sin saberlo. Pasados unos días yo perdí una margarita y ella otra, por lo que íbamos con las sandalias sin adorno, entonces, idea salomónica, decidimos sortear una de las margaritas, y la afortunada se llevaba las dos, que fui yo.

El can-can, ¡madre mía que sudores para planchar  esa prenda almidonada, con una plancha de hierro llena de brasas, que pesaba un mogollón! pero una vez hecho el trabajo nos encantaba lucirlo, porque el borde de los vestidos no nos rozaba en las piernas.

También recuerdo cuando alguna vez iba al baile -solo cuando venia una orquesta, pues lo habitual era un gramófono, creo que se llamaba así-.
Solo la carretera general estaba asfaltada, que es donde estaba la sala de baile de Cangas, y para llegar ahí, fuera cual fuera la vereda escogida, teníamos que pisar barro; entonces, en una bolsa bajábamos los zapatos que luciríamos en el baile, y para el trayecto usábamos las zapatillas dentro de unos chanclos negros de goma, y al llegar al puente que separaba la carretera general del camino de barro hacíamos el cambio, dejando los chanclos dentro del desagüe de la cuneta para retomarlos al volver.
Pero un día....llovió a mares estando en el baile, y al regreso no encontrábamos las bolsas con los chanclos, pues el agua las había arrastrado unos cuantos metros. Total, que nos los tuvimos que poner chorreando, pero después de la primera impresión nos hartamos de reír.

Cuando ensayábamos alguna misa, luego nos quedábamos para el rosario que era a las ocho de la tarde, y antes de dar comienzo al mismo se tocaba una pequeña campana que se llamaba "esquilón".
Luisa y yo nos peleábamos por tocarlo, entonces D. Secundino nos mandaba un día a cada una; un día que Luisa no vino al ensayo  bajé yo del coro para tocarlo, y como faltaban unos minutos fui primero al servicio. Entonces no se que paso, que cuando me iba a tocarlo , me dice el señor cura que va Camelia, la clásica"beata" -con perdón - de todas las parroquias. Yo me doy la vuelta y me subo al campanario justo cuando empezaba a moverse el esquilón. Lo sujeto por el borde de la base y se para, lo suelto un momento, suena, y se para , así varias veces, y Camelia decía:
"Ay, señor cura, este esquilón se engancha en alguna piedra" y sigue tirando con el mismo problema, hasta que siento un tirón fuerte y lo solté,porque supuse que sería el cura, y claro, el esquilón toco normal.
Luego le tomaba el pelo a la señora por no saber tocarlo. no recuerdo si a mí me dijo algo.

Otra vez  estábamos un grupo bastante amplio de chavalines esperando para confesarnos, pero el cura no había venido aún, y J.Luis  se mete en el confesionario, entonces llega Camelia, y como no vio a nadie arrodillado va directa a confesarse, y J.Luis cuando se dio cuenta, sale disparado. Creo que ella siguió allí un rato, hasta que se dio cuenta que estaba vacío.
La mayoría tuvimos que salir fuera porque no aguatabamos la risa.

jueves, 24 de febrero de 2011

¡LO CONSEGUIMOS!


Loli y Emy

Santo Cristo de Santo Tomé/14 de Septiembre de1964.


Este año, ¡por fin! conseguimos llegar a misa de 12 y  bailar en la sesión vermohut, nos resarcimos del fallo de hace unos años, y por cierto, lo pasamos super bien.
Bueno, la verdad es que nosotras en aquella época no necesitabamos a nadie para pasarnoslo bien, no sé como nos lo montábamos que de cualquier tontería hacíamos una fiesta.
Me viene al recuerdo un día que Máximo, un chico de unos 30 ó 35 años que vivía en casa, porque ayudaba a mi tío en las faenas del campo, se fue a dormir la siesta debajo de un peral. Se nos ocurrió coger una hierba y pasársela por el bigote; el movía los labios,  arrugaba la nariz y seguía durmiendo, y nosotras conteniendo la risa a duras penas, hasta que una vez hizo un gesto más brusco y no pudimos contenernos. Luego venia la regañina(entre dientes) de mi tío porque no le dejábamos dormir.



               

lunes, 21 de febrero de 2011

NUESTRA SEÑORA DE BACOY

                                Día 15 de Agosto de 1964: mamá y Manolito
En Bacoy, una aldea del Valle de Oro  no muy lejana de Cangas, son las fiestas patronales el 15 de Agosto, y se venera la imagen de la virgen que da su nombre al pueblo.
Hay mucha gente devota de esta virgen, una de ellas mi madre. No recuerdo el motivo de esta visita, supongo que estaría relacionada con alguna promesa relacionada con mi hermano o algo similar.
La foto está tomada delante de la iglesia donde se acababa de celebrar la misa.
mamá acababa de cumplir los cuareta años y mi hermano tenía "casi" los 11 meses.

sábado, 19 de febrero de 2011

LOLI. 18 AÑOS


Día 18 de Julio del año 1964

¡Madre mía, quién los pillara!
Dicen que todo tiempo pasado fue mejor, pero yo no estoy muy convencida.
Todo lo pasado, pasado está, y es irrecuperable. Sobre todo si son años; y si encima son 18...¡apaga y vamonos! vives en una nube, como si no pisaras el suelo. Te diviertes con todo, te entusiasmas con poco, y te ilusionas con nada.
De todas formas, creo que lo lógico y lo ideal es ir quemando las etapas de nuestra vida conforme a los años que se tiene, porque cada edad tiene su  peculiar encanto, el don está en valorarlo, vivirlo y disfrutarlo.
Estoy subida a una morera, en uno de los terrenos donde tantas veces
sembramos y recogimos cosecha del tío José .
También bajo su sombra, cuando tenía esa edad, leí un libro precioso.
TÉMPORAS DE PRIMAVERA.

ENTRE OVEJAS

Ese mismo día del mes de Abril de 1964 delante de casa, con mi amiga Genma, Manuel -Guillermo y las ovejas. Ninguna de ellas era Perla.

MI HERMANO.


Así hera mi hermano a los siete meses.












miércoles, 16 de febrero de 2011

PREPARANDO LA CANASTILLA

Finales de Mayo de 1963.
Estábamos las tres, - mamá Celi y yo - haciendo algo en el huerto, cuando mi hermana, (como siempre), le pedía a mamá , por enésima vez, un vestido para estrenarlo por San Juan; mi madre le  decía que no podía ser, porque pronto tendríamos unos gastos extras.
-Pues ¿qué vamos a comprar?
* Tenemos que preparar una canastilla completa.
- ¡Para quién? ¿para la tía Lola?.
* No.
- ¿Para la tía Guillermina?
* Tampoco.
- Pues...¿para quién?
* Para nosotros. Viene un hermano en camino.
Después de la sorpresa, la reacción fue de alegría.
Antes de poner a mi hermana al corriente, me lo había notificado a mi, y le preocupaba mucho la forma en que yo recibiría la noticia, pues tenía 17 años, y a esa edad,nunca se sabe como se pueden asimilar noticias como esta.
En el "bis a bis" que mantuvimos las dos, no recuerdo la conversacion completa, lo que si recuerdo fue  un comentario, (fiel reflejo de lo que sentía) que la dejó tranquila y orgullosa de mi actitud, porque  lo que le dije fue:
- Mamá, mejor que la canastilla la tengamos que hacer para mi hermano, y no para mi hijo-.
Y es que mamá tenía 39 años cuando nació mi hermano. Hoy con esa edad no se es mayor, pero entonces así lo parecia, y más teniendo dos hijas mocitas.
Enseguida nos quisimos poner a bordar y tejer el ajuar del bebé, pero mamá nos pedía tranquilidad, pues le parecía pronto, eso que cuando nos lo dijo ya estaba de cuatro faltas.
Pasaron los meses y llegó Septiembre.
Día 23. Como cada Domingo, me levanto para ir a misa de ocho; entonces viene papá y me dice que mejor no vaya, mamá pasó mala noche y se va a buscar al médico, yo que avise a la comadrona, y Celi a la tía Lola, que está allí mismo.
Nos pusimos en marcha, hirviendo agua y preparando toallas y ropa de cama. Con mamá estábamos, la comadrona la tía y yo.
Cuando la comadrona coge al bebé, yo vi algo largo y... ( ¡que inocente era!), con las ganas que tenía de niño, creí que era el pene. Tan segura estaba,que en ese momento de alborozo siento subir por la escalera a papá, hablando con el médico, y yo fui toda nerviosa a su encuentro, diciéndoles que ya estaba, y que era un niño.
Cuando le cortan el cordón umbilical, me doy cuenta de mi error, y no pude menos que reírme para mis adentros, pero después de todo, fue un niño. Deseado, descolgado, y por ese motivo, mimado.
Para nosotras fue como un muñeco grande, con el que jugábamos a ser mamás.

miércoles, 9 de febrero de 2011

CORRESPONDENCIA

A principio de Diciembre del 62, vino Cita cargada con un montón de revistas para la pelu, y entre ellas una me llamó poderosamente la atención. Era "La familia cristiana", y en una de sus páginas había solicitudes de correspondencia; pensé que podía enviar la mía, y si alguien se animaba a escribirme sería una forma  de intercambiar opiniones y de conocer otras personas a parte de  entretenerme sin molestar a nadie.
¡Madre mía, la que lié! me vi desbordada con la cantidad de cartas que recibí. El cartero me decía que tenía más cartas yo que todos los habitantes de Cangas juntos, y era verdad.
Las fui contestando todas; al principio el intercambio era fluido, pero poco a poco, se fueron quedando por el camino las personas con las que tenía menos cosas en común, y con las que más simpatizaba la correspondencia era continua, llegando a apreciarnos de verdad, e incluso con algunas a conocernos.
Durante mucho tiempo, las cartas de estas amistades me dieron, no solo el entretenimiento que en un principio buscaba, si no la ilusión de esperarlas, la alegría de recibirlas, y la satisfacción de contestarlas.
Nunca me arrepentí del resultado que obtuve de aquella petición, que un buen día, solicité insertar en una revista.

martes, 1 de febrero de 2011

SEGUIR APRENDIENDO

Antes de entrar en materia quiero hacer una rectificación: en la entrada anterior correspondiente al año 1962, en la foto de la playa erroneamente puse 1963.
En este año del 62  Cita y Lupe, dos chicas de Cangas, se asociaron y montaron la primera peluquería de señoras, cuya iniciativa fue muy bien acojida en las poblaciones limítrofes, sobre todo por la juventud.
Poco tiempo después Cita se casó, y se disolvió la sociedad, pero habilitó una habitación en su casa para tal menester.
Yo, que andaba un poco desorientada sin saber por donde encaminar mi vida, pues lo que me gustaba, dadas las circunstancias, era impensable llevarlo a cabo, empecé ayudándole a Cita los fines de semana, que era cuando más faena tenía.
En Cangas tampoco teníamos tintorería, ni nadie que cojiera los puntos a las medias,(entonces las medias se arreglaban), y un buen día vino Fredes, una chica de Foz  muy amiga de mis primas, que trabajaba en la tintorería con sus padres, ofreciendo sus servicios; o sea que, un Sábado vendría por la ropa para limpiar, y al siguiente la trería.
Se puso un cartel en la puerta con la oferta, y empezó a salir clientela. Poco después empezó a llevar medias, y entonces fue cuando a mí  se me encendió luna luz y pensé que si yo aprendía a coger los puntos ya no se tendrían que mandar a Foz, arreglo sería más rápido y algo más económico porque no habria intermediarios.
Se lo comenté  a mamá como una pequeña salida, sin dejar de colaborar en casa y sacar algún provecho de las muchas horas que tenía libres,  y no le pareció mala idea.  Ella, -con el tiempo me di cuenta- sentía más que yo el que no pudiera prepararme algo más, a nivel académico, por eso trataba de complacerme en todo lo que tuviera a su alcance. De nuevo a Foz,  se repetía la historia de cuando aprendí a bordar. Cuantas veces pensé:
 " que pena que mi tía no viva"...ya no pensaba en Lugo, me conformaba con que fuera en Ribadeo o Viveiro.
No recuerdo si llegué a amortizar la máquina, trabajo sí que tenía, pero dos años después, sin pensarlo ni proponérmelo, mi vida dio un giro radical.
Llegó a mis manos, no recuerdo como, el libro de "Mujercitas" que leí con avidez. Para entonces los cuentos se me quedaban pequeños.