sábado, 13 de septiembre de 2014

DOS AUSENCIAS A LA VEZ

 
Mi cuñado Enrique fue intervenido de un cáncer de estómago el 28 de Abril de 2012.
 Ya estaban suturando la herida cuando inesperadamente algo empezó a fallar; un infarto fulminante se puede decir que acabó con su vida en la mesa de operaciones, pues aunque no murió, si que dejó de vivir. Después de varios días en un coma lleno de altibajos, nos dejó el tres de Abril.
No se puede explicar el sentimiento que nos invadió a todos. No solo por su muerte, tan impactante como inesperada, sino por el enorme vacío que dejaba a su alrededor.
Teníamos muchos proyectos en común, y se puede decir que a nuestra edad ilusión por compartir muchas cosas, pues los cuatro siempre nos entendimos muy bien.
 La peor parte es para mi hermana, después de una vida juntos le costará empezar de nuevo, suerte que es muy vital, con un carácter muy abierto, y esto dentro de todo lo malo  juega a su favor.
Para mi madre también fue un golpe. Sufre al ver sufrir a su hija, y al mismo tiempo revive su propio sufrimiento pues, paradojas de la vida, también ella quedó viuda a la misma edad que mi hermana.
 El mismo día que enterramos a  Enrique fallece Pepi la madre de mi nuera. Era una muerte anunciada pero no por ello menos dolorosa, al menos para Sandra, y lo que a ella le duele me duele a mí aunque sea en menor medida.
 Un mes de Abril del año 2012  como para no olvidar, aunque queramos.

2 comentarios:

  1. Es cierto que hay etapas de nuestra vida que parece que nunca va una a levantar cabeza, pero por suerte, siempre tenemos motivos para seguir, a pesar de todo.

    Un fuerte abrazo.
    Rosa.

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  2. Que puedo decir! que a pesar del tiempo transcurrido, la herida continúa sangrando. Suerte de mi pequeña gran familia, que siempre esta a mi lado y las amistades que lo son de verdad, me siguen brindando su apoyo. Creo que el estará tranquilo al ver que no me dejó del todo sola.

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