VACACIONES EN PREMIÁ.

El que este verano no hayamos ido a Cangas no quiere decir que fuera un verano aburrido, ¡para nada! simplemente fue un verano distinto en el que también pasaron "cosas", y la primera fue  el cortar la palmera de cuajo.

La verdad es que lo sentí mucho.  Se dice que el ser humano debe de realizar tres o cuatro cosas en su vida para que su paso por este mundo quede perpetuado.
1º -Tener un hijo. ( Tengo dos ). 
2º - Plantar un árbol ( el mío era la 
         palmera )          
3º- escribir un libro. En mi caso (raices- 
       galegas).
 Ahora el segundo lo tendré que repetir.
Bromas a parte esta palmera me la regaló mi suegra y era muy pequeñita  y el  llegar a verla adulta era algo así como una pequeña obra mía, por eso cuando  el escarabajo morrudo empezó a anidar en las palmeras de Premiá ya me temí que la mía estaba sentenciada, como así fue.
 También era uno de los  puntos de referencia cuando alguien tenía que venir a casa por primera vez ,  y esa esquinita estaba como hecha a medida para ella. Ahora no se lo que plantaremos ahí.
 Otra novedad (esta más agradable) fue cuando David nos presentó a su novia Andrea, una chica que nos cayó muy bien desde el primer momento. 
          

    Además de embadurnarlo de crema solar de la máxima protección por el problema de las cicatrices, el abuelo consiguió encontrar una piscina con sombrilla incluida en la que chapoteaba a placer; todo el tiempo  puesto en remojo le parecía poco.
 Luego venía la sesión pos-siesta,  que consistía en abrir y cerrar una hoja de la ventana de la terraza,  a veces le costaba porque  se le resistía, pero el no cejaba en su empeño ¡cuanto esfuerzo llegaba a hacer! .   Otro juego que le encantaba era al pilla-pilla con el flotador y hacerme correr detrás de el para sacárselo.
Fue un verano distinto, completo e inolvidable por un montón de momentos vividos.