LA YAYA

Ni puedo, ni debo, ni quiero pasar por alto la figura de la yaya  de mis hijos,  para mi la abuela,  como la llamaba siempre que me dirigía a ella.  Una persona muy importante en mi vida, desde que la conocí en Junio de 1971 hasta que nos dejó en Noviembre del 2003.
Fueron treinta y tres años de cariño y respeto mutuo durante los cuales siempre conté con su afecto, sus consejos y su ayuda incondicional.
Era trabajadora por naturaleza, le gustaba coser y tejer cositas para los nietos aunque a los mayores en más de una ocasión nos sorprendía con algún pullower echo "a ojo" donde las mangas casi siempre nos quedaban un pelín cortas pero ello no impedía que los luciéramos muy satisfechos, sobre todo mi cuñada y yo.
Era muy buena cocinera, yo nunca comí sopa más gustosa que la que ella cocinaba. También le gustaban mucho las plantas  y era una buena samaritana,  siempre  ayudaba de una u otra forma  a los más necesitados que ella.
Si algo puedo decir a su favor es que me gustaría que mis hijas políticas me recordaran con el mismo cariño con el que yo la recuerdo a ella.