Mis tíos. Foto tomada en 1999.Cuarenta años después de lo que relato a continuación.
Después de un montón de tratamientos, todos ellos inefectivos, me dieron un ungüento viscoso y negro, como el alquitrán.
Mi madre me lo ponía y mi padre soplaba, porque escocía como una mala cosa; luego ponía un pañuelo de mi padre en cada axila, para que no me impregnara la ropa.
Estaba haciendo este tratamiento, cuando fui a pasar unos días a "El Pedregal," una finca del barrio de Santa Cruz, en el Valle de Oro, a unos cuarenta kilómetros hacia el interior.
Allí vivían la tía Matilde, que era hermana de mamá, el tío Ambrosio, y sus hijos: Emília, Vicente (Tito) y Matildita.
Como Emy y yo somos de la misma edad, y nos entendíamos muy bien durante el verano estábamos, ahora en su casa ahora en la mía, y lo pasábamos genial.
A mi, el entorno de "El Pedregal" me recuerda la pradera que se describe en mi último verso.
Total ,que estando allí el eccema se curó , no terminé ni de ponerme la pomada; se supone que el clima más seco, según el dermatólogo, fue determinante.
Como era una creyente practicante(sigo siendo lo primero, pero lo practico menos), con esto, y con lo de los erizos, hice la promesa de llevar, durante año y medio, el hábito de la Virgen de Fátima, que consistía en vestir de blanco, con un cordón de fraile a la cintura. ¡Ah!, y no bailar durante ese tiempo.
Que sana era la vida en el campo. Una tía mía cuando estaba pachucha, su madre la mandaba al pueblo y volvía recuperada y con unos kilos de mas, porque era tremendamente delgada.
ResponderEliminarDebía ser el aire o que se yo. A mi también me encanta el campo y siempre que podemos nos vamos de excursión a una casa rural durante unos cuantos días, y allí descansamos y paseamos por el campo que es lo que nos encanta. Un abrazo
Las enfermedades de la piel muchas veces son muy caprichosas llegan y se van sin ni siquiera saber los motivos,hablo por mi propia experiencia,el campo y la naturaleza lo cura casi todo,como fue tu caso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Rosa.