domingo, 16 de octubre de 2011

VERANO INOLVIDABLE

Fue este un verano movidito en cuanto a salidas se refiere, no nos perdimos ni una; desde salidas mañaneras en barca para acercarnos luego a Areyns a tomar el aperitivo en el bar  del puerto de pescadores, hasta navegar para comer un arroz en Can Flores en playa de Aro, o subir a cenar a la Sisa, donde además de degustar unas exquisitas torradas con jamon, disfrutábamos de la brisa de sus pinos y del paisaje del litoral del Maresme.
Para todo ello despues de hacer la reserva de mesas, pues el grupo lo componíamos siete matrimonios y  ocho niños, con lo cual  no pasabamos inadvertidos y no nos podían "colar" en ninguna parte.


    
Llegó Septiembre y la normalidad; los niños al cole y yo me embarque a trabajar en casa, con una máquina Oberlook, remallando cuellos de jerseis. Era más el entretenimiento que el sueldo pero bueno, fue una experiencia más.
A finales de Octubre David fue intervenido de dos úlceras
(de píloro y  duodeno) despues de más de diez años con problemas estomacales que tanto le hicieron padecer.

martes, 11 de octubre de 2011

YAMO INTERNACIONAL

    
Llego, ¡por fín! el tan ansiado y temido día de la regata. 30 de Julio de 1980. Como es una regata internacional, ese año la competición correspondía en aguas españolas,  y ellos participaron  más por curiosidad que por competir, pero cuando vieron que tenían posibilidades de quedar bien situados, fueron a por todas, y dentro de su categoría se llevaron las tres distinciones que arriba muestran tan orgullosos.
1º- Copa de vencedores en su categoria
2º-Copa a los regatistas mejor sincronizados.
3º-Placa conmemorativa a todos los participantes.
Evidentemente el esfuerzo lo hicieron ellos, pero la celebración se hizo para toda la colla empezando por llenar de champán la copa de campeones, e ir pasándola de unos a otros. La instantánea capta mi turno, y a continuación degustamos una merienda-cena en casa de Benito y Fina.

sábado, 1 de octubre de 2011

ABANICO DE AMISTADES

Cuando David y yo formalizamos nuestra relación, frecuentabamos indistintamente las amistades personales de cada uno. Al año siguiente, ya casados, empezamos a decantarnos más por las suyas, porque nos sentíamos más cómodos, ya que las preocupaciones eran más afines. En mi colla todos seguian solteros y con ganas de divertirse, y en la suya eran matrimonios jovenes como nosotros, solo que ya tenían lo que nosotros estábamos esperando. Bebés.
Todos vivían en Barcelona, pero tenían en Premiá la segunda residencia. Con ellos nos reuníamos para pescar a caña, bucear,  cojer mejillones y nécoras,  que luego degustábamos en una u otra casa (esto, los hombres)   nosotras nos bañábamos, jugábamos con los niños, y charlábamos de todo un poco. Durante el invierno nos veíamos con menos frecuencia; quedábamos alguna que otra vez para esparcirnos un poco por el campo y parar a comer en alguna masía. La situación indudablemente cambió  con los años,pero seguimos en contacto, incluso uno de éstos matrimonios pasan por casa cada Lunes a tomar un café, y es inevitable no hacer referencia a alguno de los episodios vividos; con unos nos reímos, y con otros añoramos lo de prisa que pasaron esos años. 
 David, que desde niño fue un enamorado del mar a pesar de ser madrileño,  en 1977 se compró una barquita con la que empezamos a salir a navegar.
Durante esos tres años que llevábamos subiendo a Premiá, fuimos  simpatizando  y conociendo  mejor a los vecinos más cercanos, y ello nos abrió un abanico de nuevas amistades que,, al día de hoy también perduran, aunque ya quedamos pocos, pues a lo largo de estos años, son muchos los que nos dejaron.
A Sergio Centelles, el vecino que nos introdujo en su grupo de amigos, también le gustaba el mar, por lo que mis hijos y yo fuimos perdiendo terreno en la barca para cedérselo a él.
(Es broma, a los niños ya les gustaba más salir a pasear en bici que navegar, es lógico) el
caso es que le cogieron el gustillo y al año siguiente David  vendió la barca y  se asociaron
para comprar esta mallorquina.

Plaf, plaf, plaf.Era una gozada sentir las olas rompiendo en el casco, la vela ondeando al viento, y nosotras como lagartas tomando el sol en cubierta. La hemos disfrutado mucho.
Al año siguiente  ¡por fín! pudimos comprar un terrenito que se vendía en esta zona, para poder edificar la  casita tan soñada
 


 A principio de Julio de 1980, vino mi padre a dar un garbeo con ganas de llevarse a los niños, que luego vendrían con mi hermana a finales de Agosto cuando finalizaran las vacaciones de mi cuñado, ya que  por aquel entonces  las vacaciones mi marido las hacía por Navidades, que era cuando  íbamos a Cangas.
No solo se lo pasaban pipa ellos, mis padres
estaban encantados y les reían todas las gracias. Un día que mi madre  les dió la merienda  y a los cinco minutos ve que Davicin llega con las manos vacias ¿y tu bocadillo? me lo pizpó  el Terry (era el perro de mi tía) no sé si  era huésped en mi casa o mis hijos lo eran en la suya, como mi
tía los  ponia en el lavadero  a los dos no salian de su casa.
Los eché mucho de menos, pero la verdad es que en  ocho años fueron mis primeras vacaciones de verdad.






Con la experiencia de la barca nuestra se aficionaron a la vela, y como otros matrimonios del grupo tenían veleros se les agregaron dos más y empezaron a prepararse para competir en las regatas que organizaban los clubs náuticos de los alrededores.
En la ocasión que muestra la foto navegabamos hacia playa de Aro, era el 18 de Julio de 1980 y a finales de ese mes competian en la regata de la Yamo Internacional que ese año se efectuaba en Blanes. Por cierto  que de ese día tenemos una anécdota muy simpatica. Ibamos repartidos en dos veleros, a excepción de varias mujeres que no les gustaba navegar y subieron en coche. En nuestra trayectoria pasamos por una playa de nudistas, fondeamos, y dos de los amigos del otro velero se fueron nadando hasta la playa; lógicamente antes de hacer pie se sacaron los bañadores enrollándolos en la mano, cuando ya se les veía el culito (ellos estaban morenos y esa zona resaltaba muy blanca) desde nuestra posició les tiramos varias fotos pero no hicimos ningún comentario, hasta que una noche a finales de verano cenando todos juntos salen esas fotos. Sus mujeres, que eran de las que subieran en coche, cuando los ven creen reconocerlos, pero no se lo acaban de  creer. Al final descubrimos el secreto que ni los mismos protagonistas sabian.